viernes, julio 11, 2008

Ausente de mi.

El día en que morí fue un día como no ha habidoO otro igual.

El sol pintaba tibio y transparente,había calor en la ciudad,la gente hablaba de todo y a la vez, el nada se apoderaba de eso a lo que algunos llamamos cordura. Cantaban las aves, el movimiento intrascendente de un todo sin un lugar se movía de prisa.
Habían voces y en algún otro lugar habían mudos con gestuculaciones de aprendices. Mi movimiento era vago, con una breve distancia, mi presencia era aun lejana a un pozo con fondo y a un secreto mal pintado. Era yo con solvencia salina, pero la verdad era que estaba muerta.

Mal episodio en un buen jueves, todo era tan común, el tedio enloquecía, los tumultos amotinaban las avenidas en los carriles de alta velocidad.
Nadie, absolutamente nadie se había percatado de mi muerte.

-Tuve tres estaciones favoritas, odiaba el verano. La posición insinuante del sol quemaba mis pestañas, a veces era imposible distinguir la barrera entre el espacio y el cielo-

Esa tarde antes de convertirme en algo cuyo peso extrañara veintiún gramos, me atavié buscando un vestido color púrpura, unas zapatillas de algo más de 7 centímetros, que jorobarán mi miedo a no ser vista, cepillé mi cabello y coloqué un listón rosa que adornará su vaivén al viento. Por vez primera me pinté los labios y noté que había algo extraño en el espejo, me compré goma de mascar sabor cereza, había olvidadoO el bolso justo en la mesa; me dí cuenta diez minutos más tarde y omití el descuido, pues intuitivamente sabía que ya noO volvería.
El recuerdo que aún provoca aromas en mi memoria fue ese ramo de flores, tuve el presentimiento de que cada color desvanecería la astucia de volver sonrisas cada disparate, había vuelto común lo irreparable, y lo que tenía solución ahora, ya no tenía sentido.
De pronto, el listón de mi cabello se soltó tornando de rosa el ambiente.

Había llegado el momento, había quizás comenzado mi final.
El día que morí fue jueves, me gustaba la lluvia tal vez por eso comenzó a llover, el día en que me enterraron no hubo funeral, no hubo gente, no hubo negro.

El día en que deje de existir nadie lo notó, algunos siguen teniendo la idea de que solo estoy de viaje...

martes, enero 22, 2008

La entrada sin razón de ser, pensé en muchas cosas, y al final ya no distinguí entre el principio o el final...

Mezcla de agua y sal...derramada ante los pies de un volcán que apunta a un cielo estrellado.
Un firmamento con ventanas al sol.
Me pesas en el cuerpo, me dejas sin aliento.
El gigante ha despertado, su fantasma se apodera de mi.